“Aún si te equivocas siempre hay oportunidad para seguir adelante”
Para retomar el sentido de la vida algunos deben tocar fondo y ver las cosas desde otra perspectiva, así fue como Desiré Encarnación empezó el viaje hacia su transformación, un cambio para ella que ha favorecido a su familia.
“Tuve un problema con una muchacha, yo siempre andaba armada, y ella siempre me buscaba problemas, un día la agarre y le di tres puñaladas”, dice Desiré.
Permaneció 13 días presa en el destacamento de la zona, y después de unos acuerdos, su familia logró su libertad para que no fuese enviada con medida de coerción al centro correccional de Najayo Mujeres, “estar presa fue algo muy difícil, pues aunque andaba en la calle, me vi como un ratoncito entre fieras, ahí habían mujeres de todo tipo.»
A pesar de esta mala experiencia, al igual que algunos de sus vecinos, Desiré cambio el orden de sus prioridades, y estudiar no era una de ellas, su vida se resumió a estar en las esquinas y compartir algunos tragos, “decidí dejar la escuela a pesar de que mis padres siempre estaban encima de mí para que continúe, me quede en 3ero de bachiller, por la misma situación de dejadez en la que me encontraba”.
Tiene 24 años, y hace 1 año y 7 meses recibió la responsabilidad de ser madre, pero esto tampoco cambio el rumbo de su vida al límite, no fue hasta que una noche casi ve la vida de su hijo desvanecerse.
“Un día mi bebe con 12 días de nacido, yo salí con mis amigos, y lo deje durmiendo solo, cuando mi esposo llego encontró al bebe asfixiándose”.
Estaba convencida que su vida debía dar un cambio, pero no se atrevía a dar el paso, su madre le contó del curso de “Camarero” desarrollado en su sector por el proyecto de la USAID Alerta Joven, su primera respuesta fue “no”, y después de varios intentos para motivarle decidió asistir.
Con la ayuda del proyecto, Desiré adquirió habilidades para obtener un empleo digno y obtener conocimientos que le ayudarían a cambiar su comportamiento frente a la vida, “para mi alerta joven es una oportunidad para uno superarse, me gusto lo que aprendí, ahora quiero implementarlo”.
Ahora Desiré va a las esquinas del barrio a motivar a sus vecinos para que se unan al proyecto, “en mi sector me gustaría que haya menos delincuencia, y menos jóvenes vagos, ahora yo misma los aconsejo que se vayan a la escuela y que trabajen”.
Se inscribió en la escuela, y está convencida que siempre hay oportunidad para seguir adelante, “el proyecto me cambio de muchas formas, ahora mi meta es ver a mi hijo ser un hombre de bien”.
Le llena de alegría ver el cambio que ha logrado, “cambie el sentido de ver las cosas, yo creo que si el proyecto no existiera seguiría en lo mismo, y tal vez habría seguido en las calles”.