ANA CRISTINA PAULINO
Ana Cristina dejó la escuela por decisión propia a los 12 años desde el momento en que le diagnosticaron cáncer de mama a su madre. Vive en Boca Chica con ella y su hermano menor. En la actualidad, con 14 años, ha tenido que asumir el papel de adulta vendiendo carnes junto a ella para sustentarse y poder comprarle los medicamentos quincenalmente.
Nos cuenta que antes de esa situación tenía una vida normal; iba a la escuela, se sentía muy bien, hacía los quehaceres del hogar, compartía con su madre, iban al campo, paseaban y hacían cena juntas.
“Cuando mi madre empezó a enfermarse sentía que le dolía un seno, por lo que un día fuimos al hospital con mi ex padrastro, donde le dieron el diagnóstico. Cuando me dieron la noticia me sentí muy mal porque no entendía de qué se trataba y pensé que mi madre se moriría. Desde ese momento empecé a preocuparme y no pensaba en nada más que eso, aun mi ella diciéndome que no me preocupara y siguiera estudiando. Un día le dio un dolor muy fuerte, y yo estaba en la casa preocupada porque no había llegado, más tarde me dijeron que estaba en el hospital porque le extirparían un seno. Fue ahí cuando dejé la escuela para poder atenderla, ya que mi abuela no mostraba mucha disposición. Yo la bañaba, le hacía sopa y mi hermanito le hacia el desayuno mientras yo estaba en la escuela”.
Ana es la mayor de ocho hermanos, de los cuales seis viven con su padre y su madrastra frente a su casa. “Mi padre nos da 1,000 pesos quincenalmente, lo cual no ayuda para nada, razón por la cual mi madre trabaja tanto”.